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Cuando Alejandro era Silvia

Alejandro

Es el participante más popular de la casa: nació con el cuerpo de una mujer, pero internamente siempre se sintió un hombre. Ingresó al reality para pagarse una cirugía de reasignación de sexo y abrió la polémica. Aquí, su sorprendente historia de transformación, lucha y coraje, contada por su hermano.

Yo nací con un cuerpo femenino, pero mi sentir es masculino desde que tengo conciencia”, les confesó a sus compañeros a días de entrar a la casa de Gran Hermano. En su documento figura el nombre de Silvia Iglesias, pero en la adolescencia decidió cambiarlo por Alejandro Iván (26). El es el famoso participante número 19 y entró a la casa por motivos económicos, ya que está esperando una operación de reasignación de sexo, que es muy costosa.

Tiene disforia de género; es decir, un desacuerdo y disconformidad entre el sexo biológico y el sexo psicológico. Mientras de a poco se va soltando y cuenta su historia en el reality, sus hermanos toman protagonismo mediático y relatan detalles desde el interior de la familia. El primero en enterarse de la problemática de Alejandro fue uno de sus nueve hermanos, Pablo (29), que nos cuenta cómo fue la transición de Silvia a Alejandro.“Yo me daba cuenta de que tenía una personalidad rara. Por eso, cuando me lo dijo no me sorprendí”, reconoce.


Cuando Alejandro era Silvia
–¿Cómo fue la niñez de Alejandro?
–Ya desde chico rechazaba las cosas de nena. No le gustaba andar con ellas y venía a jugar conmigo a las bolitas o con los autos de colección. No tenía muchas amistades, así que estábamos mucho juntos. Siempre fuimos muy compinches. Llegábamos del colegio y nos íbamos a andar en bici por el barrio o a la plaza. No compartí todos los años de colegio con él, porque dejé y me puse a trabajar. A él le costó, porque muchos lo miraban mal. Fue muy duro.

–¿Y cómo fue cuando lo dijo en tu casa?
–Fui el primero al que se lo contó. Le dije que ya algo sospechaba, que tenía todo mi apoyo, y lo ayudé a decirlo en casa. El temía que lo discriminaran, que no lo entendieran. Más que nada, le daba miedo por mi viejo, que es muy terco. Después se lo contó a mamá y ella le dijo que de a poco se lo iba a ir diciendo a papá.

–¿El cambio fue difícil para la familia?
–Es que todos sospechábamos, porque empezó a cambiar su aspecto. Mi viejo venía a preguntarme si era gay o qué, pero yo no me quería meter: era algo que tenían que hablar ellos. Y una de mis hermanas hasta quiso convencerlo de que volviera a ser Silvia, pero al final entendió. A mí a veces se me escapaba y le decía “che, tonta”, y me miraba con ceño fruncido, contestando “¡soy Alejandro!”. Pero todos lo apoyamos en su decisión.


Cuando Alejandro era Silvia
A los 12 años Alejandro ya tenía en claro lo que le pasaba. La primera medida fue cortarse el pelo y terminar de definir la vestimenta. Después comenzó a investigar qué era lo que podía hacer para transformar su cuerpo y así sentirse hombre por dentro y por fuera. Inició un tratamiento hormonal, con el que le empezó a crecer la barba y el pelo en el pecho, se anotó en el gimnasio para desarrollar sus músculos, a tomar anabólicos, y empezó a averiguar sobre la operación de reasignación de género. “No disfruté la infancia y la adolescencia como el común de la gente. Tengo prácticamente cuatro años de vida desde que empecé a ser yo, como me ven hoy”, les comentó en la Casa a Luz y a Loreley, sus primeras confidentes. “Por suerte era chato, por genética familiar, y con desarrollar el cuerpo en el gimnasio le bastó”, relata Pablo y se lamenta: “Cuando lo veía en la casa de GH con la remera puesta y no se metía a la pileta, me daban ganas de comunicarme telepáticamente con él y decirle: ‘¡Sacate la remera! ¡Si tenés más lomo que todos los pibes juntos...! Pero es muy tímido”.

La época de colegio lo tomó en pleno cambio. Fueron momentos duros, de incomprensión y discriminación por parte de algunos compañeros. En los comienzos de su búsqueda laboral la familia contó que “iba como mujer, por su documento”. Consiguió trabajo en una joyería, donde aprendió para después largarse por su cuenta. “Compró la maquinaria y empezó a hacer anillos y collares, que comercializaba”, cuenta su hermano. Con el tiempo fue perdiendo el miedo. En la casa de GH contó orgulloso: “Antes de entrar me fui a anotar a la facultad. Cuando mostré mi documento me miraron... Expliqué lo que tenía y me contestaron ‘ah, bueno’, y me anotaron. ¡Me sentí tan contento...!”.

AMORES, SUEÑOS Y PROYECTOS. “Lo primero que hacía cuando conocía a una chica era contarle su problema. Si lo aceptaba, bien, y si no, quedaban como amigos. El siempre prefirió contar desde el principio su historia, para que la chica no se enterara después y fuera peor”, comenta su hermano.

En materia de corazón se sabe que su primer amor fue Laura (21), novia con la que salió por cuatro años. “La familia de ella no aceptó la relación cuando se enteró lo de Ale. Hicieron todo para separarlos, y desde hace ya seis o siete meses que no están juntos. El sufrió mucho. Ahora que está en la casa, mi vieja tiene su celular y recibió varios mensajes de ella insinuando volver, pero ya le contestamos que se olvide y siga con su vida”.

Antes de confesar su condición, Alejandro les contó a algunos de sus compañeros que su ex lo dejó porque quería tener un hijo, y que estaría embarazada.“Yo no puedo tener hijos, no es mío. Pero uno puede buscar otras maneras”.

–¿Alejandro sueña con formar una familia?
–Su sueño es la operación, para poder llevar una vida normal y conseguir una pareja que le haga bien. Y después formar una familia. A él le encantan los chicos. Tiene muchos sobrinos y se desvive por ellos: se gasta el sueldo en regalos, juega con ellos y los lleva de paseo. Pero para que eso pase necesita operarse. Por eso está en la casa.

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